martes, 4 de septiembre de 2012

Cincuenta años de confinamiento

El impacto de un sueño referido a un episodio de la infancia.
El horror sin diluir del sueño, revestido con un ropaje simbólico de una crudeza bestial,  refleja, sin duda, el que debió sentir la niña pequeña que fui ante la situación que le tocó vivir (una situación de naturaleza no sexual, aunque no por ello menos traumática).
Pero yo -que recordaba el hecho- no recordaba, sin embargo, la enormidad del asco, el sentimiento de traición, el odio (y la culpa por odiar), el miedo agónico, la indefensión, la asfixia, la sensación de muerte inminente.
De todo eso me he hecho consciente ahora, a raíz de revivirlo dormida.
Y de que el protagonista onírico me pidiera ser liberado tras cincuenta años de confinamiento... en un lóbrego paisaje de mi alma.
Espero poder liberarlo. Porque lo amaba entonces, y lo amo ahora.