La sensación de totalidad, la apertura a lo incognoscible, la conciencia de sólo ser, son estados que llegan sin que se los busque, que no dependen de prácticas ni disciplinas impuestas.
Cuando lo de cada día y cada vez se abre a la presencia inefable,
cuando hay la percepción de calma en la tormenta, de ser el ojo del huracán y también su fuerza arrolladora, entonces -quizás entonces- se descubre el estado de meditación, no en la mente sino en la vivencia que no necesita explicación ni definición porque da testimonio por sí misma.
(Delia Civalero: http://regina-libera.blogspot.com)